Ni las sienten ni las oyen
Ni las miran ni las buscan
Pero ellas zumban y retumban
Viven y se sienten
Ellos no las perciben
No se si no molestan o es costumbre
No las ven irse o venir
Ni picar ni molestar
Pero ellas caminan en sus manos
En sus rostros y en sus ojos
Había un niño pequeño que caminaba cantando
Y tarareaba y murmuraba
Pasó de frente, pasó de lado
Y nunca dejó de cantar
Lo miré de nuevo con su camisa grande, descalzo y alerta,
serio, pero cantando
Me miró a los ojos como quien ordena una sonrisa
Salió corriendo y siguió cantando
Al llegar al mercado ahí estaba de nuevo, en brazos de su madre o alguna de las esposas de su padre, le regalé una sonrisa y ahí las vi de nuevo...
Y es que ellos no las ven, ni las sientes ni las oyen; pero en su rostro vivían cientos de moscas y entendí claramente entonces que el niño pequeño que caminaba cantando, y tarareaba y murmuraba solo evitaba que las moscas invadieran su boca.
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